María Zambrano Alarcón nació el 22 de abril de 1904 en Vélez-Málaga, en la provincia de Málaga, España. Desde muy joven, su vida estuvo marcada por el traslado de su familia; primero a Madrid y luego a Segovia, donde su padre obtuvo una cátedra de Gramática Castellana. Su educación temprana transcurrió en Segovia, donde comenzó su bachillerato y vivió experiencias que marcarían profundamente su pensamiento y obra futura.
En 1924, la familia Zambrano regresó a Madrid, y María ingresó en la Universidad Central de Madrid para estudiar Filosofía. Durante su tiempo en la universidad, fue influenciada por figuras prominentes como José Ortega y Gasset y Xavier Zubiri, y formó parte de la vibrante escena intelectual de la época. Participó activamente en movimientos estudiantiles y comenzó a colaborar en periódicos, mostrando un temprano compromiso con los problemas sociales de su tiempo.
Su carrera literaria y filosófica comenzó con la publicación de "Horizonte del liberalismo" en 1930, seguido por una intensa actividad como profesora y escritora. Zambrano se involucró en la vida política del país, apoyando la Segunda República Española y colaborando en publicaciones de notable importancia como "Revista de Occidente" y "Hora de España". Durante estos años, forjó amistades con miembros de la Generación del 27, como Luis Cernuda y Jorge Guillén, y otros intelectuales de la época.
Con el estallido de la Guerra Civil Española, Zambrano apoyó la causa republicana y, al finalizar la guerra, se vio obligada a exiliarse. Su exilio la llevó a París, Nueva York, México, Cuba y finalmente a Roma. Durante estos años en el extranjero, desarrolló gran parte de su corpus filosófico, incluyendo obras como "El hombre y lo divino" y "Persona y democracia". Su pensamiento durante estos años evolucionó hacia una filosofía más mística, reflejada en libros como "Claros del bosque" y "De la Aurora".
A lo largo de su exilio, Zambrano mantuvo contacto con otros intelectuales españoles y su obra comenzó a ser reconocida en España en la década de 1960, culminando en premios como el Príncipe de Asturias en 1981 y el Cervantes en 1988. Regresó a España en 1984, donde continuó trabajando hasta su muerte en Madrid el 6 de febrero de 1991.
María Zambrano es recordada como una de las pensadoras más profundas de España, cuya obra abarca desde la filosofía y el ensayo hasta la poesía. Su legado como intelectual comprometida y como voz prominente del exilio español perdura a través de su extensa y variada obra literaria y filosófica.
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