Aloma, escrita por Mercè Rodoreda y publicada originalmente en 1938, es una obra que marca un punto crucial en la carrera literaria de la autora, evidenciado por la madurez y la profundidad psicológica con la que está construida. Ambientada en la Barcelona de preguerra, nos introduce en la vida de Aloma, una joven de dieciocho años que habita en la deteriorada casa familiar de Sant Gervasi junto a su hermano Joan, su cuñada Anna y su sobrino Dani. La llegada de una carta desde América anuncia la visita de Robert, el hermano de Anna, quien desatará en Aloma su primera experiencia amorosa y sexual.
La novela se abre con una declaración contundente de Aloma: “L’amor em fa fàstic!” (“¡El amor me da asco!”), una frase que no solo establece el tono de su percepción del amor, sino que también anticipa el desencanto que permea toda la narrativa. La historia se despliega en un estilo que oscila entre la narración en tercera persona y el monólogo interior, permitiendo que el lector acceda íntimamente a los pensamientos y emociones de Aloma, manteniendo al mismo tiempo la omnipresencia del narrador. Esta técnica enriquece la narrativa, otorgándole un ritmo y una textura que capturan la complejidad de la protagonista.
Aloma es un personaje que encarna la resistencia y la negación. Determinada a no ser como los demás - la gata callejera, la frívola vecina Coral, o la sumisa Anna - se refugia en su mundo interior, evitando enfrentarse a la realidad de su propia existencia. Esta negación, sin embargo, no es más que una defensa contra el dolor profundo que implica el acto de vivir y crecer. Rodoreda utiliza la trama para desnudar gradualmente a Aloma de sus defensas, forzándola a confrontar la vida adulta, una vida que observa con desdén pero que inevitablemente debe aceptar.
La novela no solo es un relato de crecimiento y desilusión, sino también una exploración incisiva de la feminidad. Rodoreda, conocida por sus personajes femeninos fuertes y complejos, muestra cómo la supervivencia y el éxito en un mundo dominado por hombres no necesariamente requiere imitarlos, sino desarrollar una fortaleza interna propia. Este tema de la resistencia femenina es recurrente en las obras de Rodoreda y se manifiesta claramente en la evolución de Aloma.
Finalmente, Aloma se destaca por la belleza poética de su prosa, un rasgo característico del estilo de Rodoreda que enriquece cada aspecto de la obra. Esta novela no solo captura la esencia de una época y un lugar, sino que también ofrece una visión profunda de la lucha interna de una joven en su camino hacia la madurez.