Cujo, una impactante novela de terror y suspenso escrita por Stephen King en 1981, sumerge a los lectores en un verano sofocante en la ficticia Castle Rock, Maine. La historia gira en torno a Cujo, un amistoso San Bernardo que se transforma en una bestia mortal tras ser mordido por un murciélago rabioso. Mientras tanto, la familia Trenton —compuesta por Victor, un diseñador de publicidad, su esposa Donna y su hijo Tad— enfrenta sus propios demonios internos. Donna lucha con la culpa de una aventura extramarital y la familia se ve sacudida por las tensiones y los terrores nocturnos de Tad, que cree ver el fantasma de un asesino en su habitación.
La trama se complica cuando la esposa de Joe Camber, dueño de Cujo, gana la lotería y utiliza el dinero para alejarse de su violento marido, llevándose a su hijo Brett con la esperanza de mostrarle un mundo fuera del resentimiento y la falta de educación que Joe promueve. Joe, distraído por planes de libertinaje, descuida a Cujo, cuya enfermedad avanza rápidamente. Sin la presencia de Charity y Brett, Cujo se convierte en el centro de un espantoso torbellino de violencia que pronto envuelve a todos a su alrededor.
El destino lleva a Donna y Tad al taller de Joe en busca de ayuda mecánica, solo para quedar atrapados por el ahora monstruoso Cujo. En este escenario de terror, Donna debe encontrar una reserva de coraje que nunca supo que tenía, mientras lucha por proteger a su hijo y enfrentar la bestia. La tensión se intensifica con la ausencia de Victor, quien está de viaje de negocios, lidiando con sus propios problemas profesionales tras un escándalo publicitario.
Stephen King teje una narrativa donde el horror sobrenatural se une de manera indisoluble con los horrores personales y familiares. Cujo no solo es una historia sobre un perro rabioso, sino también un examen profundo de la fragilidad y los fallos humanos, explorando cómo el miedo puede fracturar y, a veces, fortalecer el espíritu humano. Con una mezcla magistral de terror psicológico y palpable, King logra que los lectores se cuestionen qué es más aterrador: el monstruo fuera de la casa o los que habitamos dentro.