En "El río del olvido", Julio Llamazares nos invita a un viaje introspectivo y nostálgico a través de los paisajes de su infancia en la montaña leonesa, siguiendo el curso del río Curueño. Esta obra, rica en emociones y recuerdos, es un testimonio de la interacción entre la memoria y el paisaje, elementos que se entrelazan para formar una narrativa poética y reflexiva sobre el paso del tiempo y la identidad perdida.
El libro comienza con el autor regresando a los lugares que marcaron sus primeros años, ahora transformados por el tiempo pero aún resonantes con ecos de su pasado. A medida que Llamazares recorre este entorno familiar, nos describe con un lenguaje minucioso y una prosa envolvente, no solo la belleza del paisaje, sino también cómo este actúa como un espejo de sus recuerdos y emociones. La montaña, el río y los caminos se convierten en protagonistas, custodiando en sus piedras y senderos las historias de quienes los han caminado antes.
La obra es también un diálogo con "los otros", aquellos que han permanecido en estos lugares o que, como él, regresan en busca de respuestas o consuelo. A través de estas interacciones, Llamazares explora temas de pertenencia y alienación, revelando cómo el paisaje rural, a menudo olvidado o relegado en la modernidad, sigue siendo un componente fundamental de nuestra historia y memoria colectiva.
Profundamente personal y universalmente relevante, "El río del olvido" no solo es una exploración del retorno y el recuerdo, sino también una meditación sobre cómo los lugares forman parte de nuestra identidad. Llamazares nos desafía a mirar más allá de la superficie de los paisajes y a reconocer las huellas invisibles que hemos dejado en ellos, así como las que ellos han dejado en nosotros. Al final, el libro se convierte en un reconocimiento de que, aunque el paisaje puede cambiar y nosotros con él, la memoria y la tierra permanecen eternamente entrelazadas, ofreciendo un refugio contra el olvido.