En "Los ángeles custodios", Francisco Umbral nos sumerge en la vibrante y tumultuosa noche madrileña de 1980, un escenario marcado por la efervescencia de la movida, donde el cine de Almodóvar y la música de Ramoncín se erigen como estandartes de una nueva era cultural. Mecanografiado a lo largo de diez meses llenos de noches interminables y pasiones descarnadas, este "Noctuario", como lo denomina su autor, es una exploración de los fastos y sombras que habitan la vida nocturna de Madrid, guiada por el lema de Cocteau: "la luna es el sol de los muertos".
En el corazón de esta crónica noctívaga, se encuentra un amor imposible y transgresor: el del cansado escritor por Mozar, una joven fascinante y andrógina con la melena de Rimbaud, que irrumpe en la vida de Umbral con la fuerza de un ángel caído. Mozar, con su cabellera llameante y su atracción por las drogas, se convierte en la musa y tormento del escritor, quien no puede escapar de su influjo. Este amor libidinoso y destructivo, marcado por la pasión y la desesperanza, atraviesa las páginas del diario de Umbral como un hilo conductor de una historia que se despliega entre lo carnal y lo etéreo.
Umbral, con su prosa afilada y su mirada crítica, se convierte en un cronista maldito de la noche madrileña, desnudando las falsas luces y las vidas desencantadas de actores, políticos y pintores que deambulan por el espectro nocturno. La noche, para Umbral, es un escenario de muerte reiterada, un teatro de sombras donde se cruzan las culturas de lo efímero y lo eterno: el teatro, la prostitución y el arte se entremezclan en un cóctel decadente y fascinante.
A lo largo del libro, Umbral se entrega a una serie de autoentrevistas irónicas, ensayos breves sobre figuras como Quevedo, Ramón Gómez de la Serna y Dalí, y un diálogo constante con su propia imagen de "vieja carrozona". Es un cadáver literario que se aferra a la vitalidad de una joven que encarna el presente continuo, un presente del que el escritor quisiera formar parte, a pesar de ser consciente de su propia caducidad.
"Los ángeles custodios" es, en definitiva, un testimonio crudo y poético de una sociedad en transformación, capturado con la maestría de un autor que se debate entre la nostalgia y la ironía, en una búsqueda constante por encontrar sentido en un mundo que se disuelve entre luces y sombras. Con esta obra, Francisco Umbral nos ofrece una visión única y personal de la España de la transición, un reflejo de sus propias ilusiones y desengaños, plasmado en la tinta de sus noches en vela.