"Los propios dioses" de Isaac Asimov es una obra maestra de la ciencia ficción que nos transporta a un futuro donde un descubrimiento revolucionario promete cambiar la forma en que entendemos la energía. En un universo paralelo, con leyes físicas distintas a las nuestras, sus habitantes han hallado una manera de intercambiar materia con nuestro universo. Este intercambio genera energía de manera espontánea, ofreciendo un suministro aparentemente inagotable. Sin embargo, las implicaciones de este descubrimiento son mucho más complejas de lo que parecen.
La novela se divide en tres partes claramente diferenciadas. La primera parte es una exploración fascinante de las comunidades científicas humanas, donde Asimov nos muestra cómo la ciencia está profundamente influenciada por las ambiciones personales y las disputas internas. Aquí, se nos ofrece una mirada crítica y cautivadora sobre cómo la ciencia se desarrolla en un mundo lleno de intereses encontrados. Esta sección es valorada por su precisión y profundidad, aunque algunos lectores creen que le falta un toque de emotividad.
La segunda parte es un cambio total de ritmo y escenario. Asimov nos sumerge en el universo paralelo, presentándonos a sus habitantes alienígenas y su compleja estructura social. Con un tono casi poético, Asimov explora temas de conexión y empatía a través de las dimensiones del cosmos, logrando una crítica sutil a nuestras propias estructuras sociales. Esta parte es considerada por el autor como su obra más brillante, y aunque algunos lectores la encuentran pesada, es innegable que ofrece una reflexión profunda sobre nuestra humanidad y lugar en el universo.
La tercera y última parte de la novela intenta entrelazar las dos narrativas previas, llevándonos hacia una conclusión que, para algunos, carece del impacto y ritmo esperados. Este cierre es descrito como un intento de romanticismo que no alcanza la profundidad filosófica o científica de las partes anteriores, dejándolo con una recepción mixta entre los lectores. Sin embargo, el viaje a través de los universos que Asimov nos ofrece sigue siendo un testimonio de su habilidad para imaginar y describir mundos más allá de nuestra comprensión.
En "Los propios dioses", Asimov nos brinda una visión impresionante del cosmos y de lo que significa ser humano en un universo lleno de misterios. Aunque la obra tiene sus altibajos, sigue siendo una destacada exhibición de la destreza narrativa de Asimov, confirmando su lugar como uno de los grandes maestros de la ciencia ficción.