Publicado en 1977, "Tratado de Perversiones" de Francisco Umbral es un libro que emerge en un contexto de efervescencia cultural en España, tras la muerte de Franco y el inicio de la Transición. En 1976, el país comenzaba a experimentar una apertura en temas sociales y culturales, reflejada en el auge del cine del destape y una conversación más abierta sobre la sexualidad. Umbral, conocido columnista y figura mediática, se adentra en este terreno con su característico estilo provocador y polémico.
Al inicio del libro, Umbral cita a Baudelaire para abordar el atractivo del cuerpo femenino, pero lo hace desde una perspectiva que puede resultar chocante para algunos lectores contemporáneos. Se percibe un tono que objetifica a la mujer, comparándola con caballos o coches de carreras, lo que podría interpretarse como micromachismo. Sin embargo, esta aproximación parece más un intento de desafiar y provocar que una postura genuinamente sexista, especialmente considerando los estándares de la época.
A lo largo de su obra, Umbral explora el tema del sexo desde diversas perspectivas. Contrasta la idealización de la mujer del pasado con la 'metaforización' del erotismo moderno. Reflexiona sobre la atrofia de la ternura masculina debido a los roles sociales tradicionales y celebra la influencia de Virginia Woolf en la 'nueva femineidad', abogando por la conquista de espacios de libertad para las mujeres.
Umbral también se interna en otros temas como la figura sacralizada de la madre, la iniciación sexual con profesionales, la soledad del cuerpo desnudo y defiende una vida sexual plural como base para el mestizaje social, ideológico y cultural. En todo momento, se centra en el erotismo como categoría objetiva, evitando deliberadamente las menciones a los sentimientos, tal vez para alinearse con la modernidad de su tiempo.
El libro no es un tratado en el sentido estricto, sino un flujo de ideas que giran alrededor de un nuevo paradigma sexual aún por definir. Umbral parece ansioso por ser el pionero en nombrar y teorizar sobre estos cambios, pero también es consciente de sus propias contradicciones y divagaciones. Este enfoque dialéctico consigo mismo no pretende ofrecer respuestas definitivas, sino provocar reflexión y debate.
En el último tercio del libro, Umbral discute la diferencia entre erotismo positivo y negativo, analizándolo a través de las obras de Henry Miller y Pablo Neruda. Este ejercicio refleja el placer del autor en explorar y extender sus ideas sobre el erotismo, dejando un texto que es tanto una reflexión personal como una invitación a la discusión más amplia sobre sexualidad y modernidad en la sociedad española de la época.